Ese sonido sutil pero molesto que muchos escuchan en archivos MP3 —una especie de hsss o siseo artificial en los agudos— no es una falla técnica, sino una consecuencia directa del proceso de compresión con pérdida. En este artículo explicamos de forma sencilla por qué ocurre, qué lo causa y cómo evitarlo.
Se trata de un artefacto de compresión que aparece en las frecuencias agudas, sobre todo por encima de los 12–16 kHz, y que da la sensación de una textura digital, metálica o borrosa. Este fenómeno es más notorio en sonidos con mucho contenido de alta frecuencia como:
El formato MP3 utiliza un algoritmo llamado perceptual coding. Esto significa que descarta información que, en teoría, no es percibida por el oído humano, basándose en principios psicoacústicos. Uno de los más conocidos es el masking(enmascaramiento), donde un sonido fuerte tapa a otro más débil si están cerca en frecuencia.
Cuando se comprime un archivo a un bitrate bajo (ej. 128 kbps o menos), el códec elimina gran parte del contenido de alta frecuencia y “rellena” la percepción con datos aproximados. El resultado es:
Pérdida de definición
Ataques poco precisos
Presencia de ruido digital o siseo agudo (pre-echo y swishing)
📚 Referencia técnica:
Brandenburg, K. (1999). MP3 and AAC explained. IEEE Multimedia, 6(2), 84–88.
Uno de los creadores del MP3 detalla cómo el algoritmo decide qué conservar y qué descartar.
Usar bitrates altos: 256 o 320 kbps reducen notablemente los artefactos.
Elegir formatos sin pérdida: FLAC o WAV preservan el audio original.
Evitar la recodificación: Convertir de un MP3 a otro genera pérdidas acumuladas.
Masterizar pensando en la compresión: Evitar excesos en los agudos o reverbs que pueden provocar pre-echo.
Estudios como el de Pexi et al. (2001) [Subjective evaluation of audio codecs] muestran que el oído humano puede detectar artefactos de compresión incluso cuando el bitrate parece suficiente. La sensibilidad varía según la persona, el sistema de reproducción y el tipo de contenido.
El característico hsss del MP3 es una huella de la compresión digital con pérdida. Aunque el formato revolucionó la forma de consumir música, también cambió la manera en que la percibimos. Entender sus limitaciones nos ayuda a tomar mejores decisiones a la hora de producir, archivar o simplemente disfrutar del audio.